Sombras y deseo (3era. Parte)
El mismo día
Las islas Maldivas
Cristal
Como abogada, si tienes un dato frente a tus narices, lo analizas. Buscas el origen, con la esperanza de hallar la verdad, de resolver el misterio. No hay manera de simplemente olvidarte de eso. Hacerlo sería un error.
Y ahí estaba, con la sábana pegada a mi cuerpo, intentando unir las pocas piezas que había encontrado, cuando David entró al camarote con pasos medidos, evaluándome con esa mirada suya tan difícil de descifrar.
Volví a la realidad. A lo que había sucedido entre los dos. No estaba arrepentida, pero sí confundida. Mi prioridad seguía siendo arrancarle la verdad.
Aunque no sé cómo lo hizo, la charla dio un giro inesperado cuando me preguntó por mi trabajo en Londres. Incluso hubo una escena de celos, como si tuviera derecho a hacerlo. Y lo más grave fue esa palabra que me paralizó: “Te hice mía”.
Tal vez debí sentirme halagada por lo que dejaba entrever, pero me asustó. Todavía estaba procesando la noche que pasamos juntos, lo que él