La misma noche

Isla Maldivas

Cristal

Confusión. Miedo. Caos. Todo se mezclaba dentro de mí en una revolución de sentimientos que intentaba procesar tras escuchar la charla entre David y ese hombre misterioso. Por un lado, me inquietaba saber que alguien había logrado rastrearlo hasta las islas; por otro, una chispa absurda de ilusión me atravesaba al sentirme, de pronto, importante para él… sin entender en qué momento ese tonto empezó a importarme de verdad.

Después vino el miedo. Miedo a que se marchara. Algo dentro de mí hizo clic mientras el silencio se volvía insoportable. Me mordía los labios, los latidos golpeando en mis oídos, aguardando una respuesta que no llegaba. Pero cada palabra que alcanzaba a oír se enredaba más: Tessa… Blake…

De los celos pasé al pánico. Entonces pisé mal. El sonido retumbó en la oscuridad como una traición, y la silueta de David asomó en el marco de la puerta. Tragué saliva, intentando componerme, forzando una sonrisa y fingiendo calma, como si no hub