No soy de nadie

No soy de nadieES

Romántica
Liz Portieles  Completo
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10
86 Reseñas
69Capítulos
51.0Kleídos
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Resumen
Índice

Amira nace con un don que a la vez es un castigo. Es ella la estrella de la que habla de profecía, la esposa que todo hombre árabe anhela tener. Su padre la vende al mejor postor, sin tener en cuenta sus sentimientos. Por eso, aprovecha que su casa está bajo ataque para huir. Ella no es de nadie y jamás lo será aunque caiga en poder del mayor enemigo de su familia.

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Liz Portieles
Hola. Ya se está publicando la segunda parte. Yo soy mía. Gracias por leer.
2024-06-05 00:40:35
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Maria Henriquez
Realmente me ha gustado mucho estoy casi por terminar excelente
2024-04-25 21:10:26
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Marthalorena Ramirezcuellar
me gustó pero quedó en veremos con los enemigos, la gracia era que los hubiera acabado
2024-01-27 06:55:36
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Sockis
pobre chica tosa su visa sufrió, esperemos una segunda parte
2024-01-20 13:32:29
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Diana Isabel Ausecha Diaz
De las mejores obras, Excelente novela, la trama no deja cabos sueltos y es hermosa; en algunas partes es fría y cruda porque alcanza a tocar un tema terrible como la esclavitud de personas. Pero no deja de ser hermosa, es de un amor que se cuela al destino. Una escritura exquisita y clara
2024-01-13 21:04:07
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Janet Sánchez
me encantó la historia, muy buena narrativa espero otra historia igual de interesante, muchas gracias
2024-01-12 07:59:26
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Rebeca Mieres
me encantó la narrativa en pensamiento tan jocosa, ocurrente y cínica de Amira, wow, te felicito nunca había leído una novela con tanto vocabulario en estas app y carente de errores ortográficos, las escenas tan reales que tanto el odio, la angustia, el sadismo, sexo... es tan vivido. mis felicitaci
2023-12-28 22:10:20
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cverdier696
tiene una segunda parte? me gustaría que por fin tengan paz
2023-12-08 12:54:42
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Nelvis Mestre
¡Muy bueno! gracias por escribirlo
2023-12-08 08:16:26
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lparias303
Excelente historia, muy bien contada y apasionante de verdad. No he podido parar de leer ...
2023-11-16 02:34:00
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violegundel
Fascinada. Ademas de que el argumento es creativo y la historia te atrapa... el vocabulario es RIQUÍSIMO, y prácticamente no tiene errores de ortografía ni gramaticales.... un sueño hecho realidad! Pude leer de corrido, sin sufrir por “las heridas infligidas” a nuestro hermoso y amado idioma!!!
2023-11-11 23:21:34
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Marycarmen P
Muy bueno ...
2023-11-10 08:50:21
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lizzy
Es una gran historia, la novela está bien desarrollada. Me enamoré de los personajes y me hicieron sentir sus emociones. La recomiendo mucho.
2023-11-08 04:29:28
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Karen Leal
Y como todos ¿habrá una segunda parte? Isabella está viva estoy segura de ello y el hijo que Seth se llevó es de ella
2023-10-02 04:01:09
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Adriana Hernandez Guerrero
es una historia que atrapa, quedó con ganas de segunda parte 🩷
2023-09-23 21:27:02
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69 chapters
La pequeñaja chillona
Amar, elegir, soñar… Esas palabras me han sido vedadas desde que mis ojos vieron la luz del sol. Nunca me he considerado una persona quejicosa, de las que suelen ver molinos de viento en cualquier sitio. No exagero cuando afirmo que en la ruleta del destino he salido perdedora. Mientras los problemas de algunas chicas de mi edad se centran en lucir a la moda, yo tengo que lidiar con la clásica pregunta de una joven árabe: ¿Quién será el sujeto que me escogerán por esposo? Haber nacido mujer dieciséis años atrás tronchó todos los planes de mi distinguida familia. Mi padre esperaba un digno sucesor para su estirpe, alguien con cromosomas «XY»; no una «pequeñaja chillona». Así se refiere a mí porque es eso lo que significo en su vida. Por más que he intentado ser amable, cariñosa y aplicada no he conseguido de él una mirada cálida. Estoy harta de complacerle, pero he aprendido a callar y fingir. ¿Qué sentido tendría hablar cuando ya todo ha sido dicho? Mi opinión nunca ha valido, como no
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La noticia
—Él ha tomado una decisión —me dice Fátima sin más preámbulos, como si lo disfrutase. De esa misma forma ha debido escucharlo veinte años atrás. Sin embargo, no mienta el nombre de mi padre. También a ella su presencia le infunde tal miedo que evita mencionarlo. Me siento a su lado, pero no añoro su compañía. Las piernas me tiemblan, se niegan a sostener la carga pesada de la incertidumbre y los temores. Floto en una nebulosa densa, sin hallar un lastre que me acerque a la tierra. Ahora, tras un punto y seguido, sin darme tiempo para reponerme de la mala noticia, ella me arengará un tedioso discurso. —¿Y bien? —pregunto con tal de no quedarme callada. Mi madre se levanta y se pavonea alrededor de mí con toda majestad. Tal parece una diosa metida en un cuerpo humano. Me sorprende que, en un momento tan delicado, aún tenga tiempo para mostrarme su superioridad. —En siete días, serás la esposa de un poderoso magnate petrolero. El sábado, a las dos de la tarde, tendrá lugar la ceremo
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El aura tiñosa emplumada
El espejo desfigura mi imagen, la convierte en una versión deprimente de mí misma. No puedo creer que sea yo la chica que se esconde tras las gruesas telas. Las modistas toman las medidas y revolotean alrededor mío. Han estado manipulándome sin cesar por espacio de tres horas. Mueven mis brazos y piernas como si tratasen con un maniquí sin voluntad propia. Los tobillos protestan en una sinfonía desencadenada. Me duele hasta el nombre y el apellido, pero soporto todo sin rezongar. ¿De qué me serviría negarme? La cara de felicidad que luce mi madre no se borrará con dos o tres chillidos. Para martirizarle es preciso explotar una bomba atómica en su cerebro. La costurera me cambia un lienzo negro por otro del mismo color y masculla varias órdenes. Las sumisas esclavas amortajan mi cuerpo para que esté tan muerta como ellas, sin emociones ni sueños. Apenas logro mantenerme viva dentro de tanto trapo. Las telas me asfixian. El novio tiene prisas por cambiarme de jaula, pero en lugar de a
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Juegos de agua
Luego de haber recibido un masaje por espacio de media hora con una mistura de azahar y champaka de Borneo, me hubiese encantado relajarme y disfrutar del baño, pero no se puede tener todo en la vida. Los inexpertos dedos de Basima en lugar de reconfortar mi cansado cuerpo, me producen escozor. No debería sentirme así. Estoy acostumbrada a que varias manos femeninas descubran mis carnes e invadan mi intimidad, pero no dejo de pensar en mi prometido. Imagino que es él quien traspasa las barreras de mi espacio y siento miedo. El agua de rosas impregna su fragancia en mi piel. Ya he olvidado mi olor natural. Entre esencias y aceites ha transcurrido mi niñez y mi juventud, y aun así, mi madre afirma que mis labores de embellecimiento han fracasado. Esto es solo el principio de mis penas. Habrá depilación con cera en todos los sitios peludos del cuerpo humano. Según he escuchado decir, a mi prometido le dan grima las mujeres velludas. —Estoy segura de que debe ser calvo. Las palabras de
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Jugando al gato y al ratón I
Hemos estado componiendo la habitación hasta las tantas de la noche. Entre el impacto de la caída, la larga estancia de pie probándome los trapos negros y las labores de limpieza tengo el cuerpo repleto de agujetas No hay sitio de mi anatomía que no proteste al moverse. Sin embargo, abro los ojos antes de que los rayos de sol hagan arder la arena del desierto. Me incorporo de golpe y, a mi pesar, le digo adiós a la pereza. Me tomaré un tiempo para pasar lista a cada detalle. Quiero que mi madre no se tope con algo fuera de sitio cuando venga a colocar mi día patas arriba. Observo con detenimiento cada rincón y arreglo dos o tres desperfectos hasta que hallo todo impecable en apariencias. En cambio, yo me he convertido oficialmente en un aura tiñosa aunque mi pijama sea de color rosado. Alrededor de mis ojos se han instalado dos redondeles violáceos. A pesar de que uso maquillaje, no tienen intenciones de aclararse. A Fátima le dará un soponcio cuando me vea. No habrá quien me libre d
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Jugando al gato y al ratón II
El olor de la pólvora y del humo enrarece el ya viciado ambiente de mi habitación, ensancha las venas de mi nariz y se me agolpa en el cerebro. Mi respiración desbocada le impone un toque apagado a mi patética situación. Un chillido se escapa de mi garganta. Sé que no debo atraer la atención de los atacantes; pero bajo estrés no se piensa con el raciocinio, sino con las emociones. Un individuo fornido, de alta estatura y piel morena empuja hacia un lado el cadáver del empleado de la familia. Su mirada penetrante relampaguea cuando se topa con la versión más ajada de mí misma. La belleza sombría, casi inhumana que ostentan sus rasgos varoniles me paraliza. A pesar de que le temo a primera vista, no puedo dejar de observarle. Tampoco soy capaz de correr. Mis piernas se han quedado pegadas al suelo. Por un instante, él me detalla si emitir sonido. Debe estar juzgando si en realidad vale la pena exponer la vida y matar para apropiarse de un ser tan insignificante. Aunque me han llamado l
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Gracias a la hiedra
La madera de la puerta es bastante resistente, al igual que los goznes. Deberíamos ganar algo de tiempo antes de que el desconocido la abra. Echo a correr escaleras abajo. La falda de la abaya me estorba, se enreda con los peldaños de mármol. Dejo trozos de mis uñas en la verja y un pedazo de la piel del codo en la fuente del jardín. Aunque me esfuerzo, no avanzo tan rápido como Basima. Ella tiene más práctica que yo en el arte de la carrera con obstáculos, pues suele pasar los días yendo a toda prisa de un lado a otro. Vocifero cuando las espinas de un rosal se me clavan en la piel. Mi amiga me echa la bronca con la mirada. Ambas estamos conscientes de que ser la niñata, hija de mami y papi, no funciona. Tengo que recorrer exactamente veinte metros hasta llegar al muro. Mientras, debo crecer a paso acelerado. Ya no es tiempo de andar con remilgos. El pecho se me aprieta. Freno en seco y me inclino hacia delante en un intento por tomar aire, o quizás para camuflarme con las yerbas q
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Siluetas sin rostros.
Nos internamos en las callejuelas sin poner rumbo fijo a nuestros pasos. Las pocas personas que se cruzan con nosotras nos miran de reojo. En su momento, utilizar el velo para cuidarnos las manos me pareció una idea acertada. Ahora la veo como un completo disparate que debe ser resuelto. Es preciso que pasemos desapercibidas si queremos llegar a algún sitio. Una niña me apunta con el dedo. También a ella le desagrada nuestra inusual apariencia. A diferencia de los mayores, se expresa sin tapujos. Su madre, o quien quiera que sea la persona que le lleva del brazo, le tapa los ojos para que no sea testigo de la ignominia en forma de mujeres. El resto de los transeúntes nos tacha de mesalinas con las miradas y voltea la cara hacia otro sitio. Tal vez, hubiese sido preferible cubrirnos con la tela impregnada en resinas de la hiedra aunque las mejillas se nos llenasen de ronchas y eritemas. Los primeros pasos los he dado con la frente gacha. Andar sin el hijab se asemeja a llevar el cuerp
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Espejismo de cristal
Caminando sin cesar ha transcurrido un par de horas. No comparto mis sospechas con Basima, pero estoy casi segura de que hemos pasado por el mismo sitio cerca de tres veces. Los hombres se asemejan unos a otros; en cambio, las edificaciones son diferentes. Había soñado durante mucho tiempo con salir de mi encierro y conocer la ciudad, pero ahora extraño la comodidad de mi mullido colchón y los manjares de la cena. La sed y el hambre atosigan mi estómago. El viento seco del desierto ha agrietado mis labios. Necesito agua, y hay allí, en la fuente; pero no puedo tomarla. Se vería sospechoso que dos mujeres se inclinasen a beber como lo hacen los perros callejeros. Todo lo nuevo que siempre he imaginado me suena a falacia, a espejismo de cristal. Alucino dentro de la vida real. Los últimos días han trascurrido tan aprisa que ya no sé si estoy en el interior de una pesadilla o si esta se ha salido de mis sueños. Comienzo a creer que soy la invención de un artista, el personaje de un libr
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Reencuentro
Al fin, al llegar a la fuente, me libero de mis trazas de humanidad y actúo como un animal. ¡Agua! Necesito ese líquido trasparente que se burla de mí. Debo atraparlo entre mis labios y empujármelo dentro del gaznate mientras aún las fuerzas me acompañen. Le propino un pellizco a Basima para instarla a que me imite. Cuanto antes dejemos de hacer el ridículo, menos personas nos señalarán con el dedo. Sin embargo, ella no me responde. Se mantiene extasiada, con la mirada fija en un punto lejano. Me preocupa que un bicho del desierto se le haya introducido en el oído y carcomido el cerebro. Ya sé que esas cosas no son frecuentes, pero luego de mi estrecho contacto con la naturaleza tengo puesto el canal de documentales a todo volumen en mi cabeza sin seso. Sigo la mirada de Basima hasta toparme con esos ojos grises que bien conozco. Su dueño luce la misma sonrisa desmañada que la tarde anterior, pero hoy parece un ser humano. Al menos, no viste como un pirata desalmado. Lleva un thawb d
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