Bendito castigo
Uso una de las balas en un hombre de mediana edad que se me aparece de la nada. He apuntado al centro de la frente antes de disparar. ¡Basta ya de desperdiciar tiros en balde! Luego de que se me agoten, aún quedarán dos armas en mi poder: el mazo y el cuchillo.

Continúo andando hasta que me topo con un cuerpo humano sentado en la arena, un hombre vestido a jirones. Su torso semidesnudo está cubierto de sangre. Él respira con dificultad, pero al verme, sus ojos se llenan de furia.

─¡Tú, m*****a malnacida asesina! ─vocifera con un hilo de voz.

También a mi padre le fallan las fuerzas. Al igual que yo, agoniza.

—Lo he heredado de usted, padre —respondo con una pasividad que me atemoriza.

La pieza de madera palpita en mis manos. Se mueve con energía propia mientras la hoja afilada de un puñal se hunde en mi costado.

Pese a que una vez amé a ese hombre, el derramamiento de sangre solo se paga a precio de sangre.

─Eres una leona. Sobrevive ─susurra la voz de Ghaaliya en mi oído─. Él n
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