Esa mañana se levantó con una sensación de pesadez en la cabeza, apenas durmió y soñó que Moisés la repudiaba al enterarse de quien había sido.
Se levantó a duras penas, sin deseos de ir a trabajar, pero no podía permitirse dar un mal ejemplo a los niños, siempre les decía que había que cumplir con las obligaciones como fuera. Por lo que se preparó para ir a trabajar y decidió caminar hasta la pastelería para despejarse un poco del malestar.
Al llegar, ya la encargada había abierto el negocio, y los clientes se encontraban adentro.
Bárbara entró y se fue directamente a ponerse un guardapolvo con el logo de la pastelería y se dedicó a atender a los clientes que iban a hacer encargos especiales.
Ya llevaba un rato haciéndolo, cuando una de las empleadas le dijo que alguien le buscaba para algo personal. Le extrañó pero igual le mandó a pasar.
Fue una sorpresa cuando vio entrar a Ruth, acompañada de otra joven.
— Buenos días, Ruth. Pasen adelante, por favor, tomen asiento.
— No hace fal