Damián Webster.
—Tengo que ir, amor— volví a decir acercándome a ella para besar su frente arrugada por la mueca de enojo que su cara esbozaba— Tengo más de una semana sin ir, y estoy bien, ya no me duele nada— estaba enojada porqué no quería que fuera a la oficina.
—Anna dijo que perdiste mucha sangre— repitió y quise soltar un suspiro de hastío pero me contuve.— sí haces movimientos bruscos vas a sangrar de nuevo.
—No haré movimientos bruscos, muñeca,— dije separándome para caminar a la habitación, ella me siguió— sólo iré y me sentaré en mi oficina mientras firmó documentos.
—Pareciera que estás ansioso por cogerte a la secretaria— fruncí las cejas y giré sobre mis talones para mirarla con desconcierto.
Había dicho aquello con mucha calma, pero podía ver en sus ojos la furia que la consumía. Reí un poco y me acerqué a ella para abrazarla, era tan pequeña que debía encorvarme.
—Yo no hago eso— me defendí y besé sus labios— esa mujer no me gusta,— bajé mis manos por su espalda con le