~Pov de Judith~
El agua caliente de la ducha me relaja, pero la tensión en el departamento es palpable. Estoy completamente entregada al exquisito momento con Dimitrik, cada caricia, cada roce, cuando de repente, un sonido me congela. Unas llaves. La puerta principal. Mi padre.
De inmediato, siento cómo el cuerpo de Dimitrik, que aún está dentro de mí, se tensa como una cuerda de violín. Sus jadeos se convierten en un gemido ahogado y, en un instante, se corre, la sensación es maravillosa, pero el pánico nos consume. Ambos susurramos, al unísono, un "¡Mierda!" que lo dice todo.
—¿Chuki, dónde estás? —pregunta la voz de mi padre, más cerca de lo que me gustaría.
—¡Estoy en la ducha, papá! ¡Ya salgo! —grito, intentando sonar lo más natural posible, pero mi voz tiembla. Acelero el paso, enjabonándome y aclarando el pelo a la velocidad de la luz. Cuando intento salir, Dimitrik me toma del brazo, con los ojos llenos de preocupación.
Le susurro, con la voz apenas audible, que no se preo