~Pov del Narrador~
Brina decidió quedarse en la mesa en medio de toda la conmoción. Sabía que, si Elizabeth había asistido, algo así era inevitable. Conocía bien lo impulsiva e irracional que podía ser. A pesar de que Helena no le resultaba antipática, no se sentía cómoda estando cerca de ella en ese momento.
Por eso, se quedó sola. Tomó uno de los tragos que acababan de servir y se lo bebió de golpe. Observó cómo todos los invitados regresaban, cuchicheando sobre lo sucedido. La música volvió a sonar, pero Brina, ya con el segundo trago en mano, sintió que el alcohol le subía con una rapidez inusual. Al levantarse, sus piernas se sintieron pesadas y el mundo a su alrededor comenzó a dar vueltas. No había bebido tanto como para sentirse así.
Con la vista nublada, dirigió su mirada hacia los tragos y supo que algo no estaba bien. Como pudo, se sostuvo en las paredes y se refugió en la mansión. Entró a un baño y, sin pensarlo, metió los dedos en su boca para vomitar lo que había bebid