Al escuchar el reproche de la señora Rivera, Mariana se apresuró a decir:
—No… señora, está equivocada, yo no…
—Abuela, Mariana no solo convenció a Sofía de reconciliarse conmigo, sino que también nos ha dado sinceras bendiciones. Es usted quien la ha malinterpretado. Ella jamás ha querido ser la señora de la familia Rivera —intervino Alejandro Rivera, aún defendiendo a Mariana.
Al ver a su nieto hablar así, la señora Rivera no pudo evitar soltar una carcajada irónica:
—¿Cómo puede ser que mi nieto sea tan ingenuo? ¿Solo porque esta mujer dice unas cuantas palabras, ya le crees todo? Ahora entiendo por qué Sofía quiere romper el compromiso contigo. ¡Señorita García, qué hábil te has vuelto!
—Señora, sé que tiene una impresión equivocada de mí, pero le juro que nunca quise destruir la relación entre la señorita Valdés y Alejandro… Si aún cree lo contrario, estoy dispuesta a mantenerme alejada de él —dijo Mariana, como si finalmente tomara una decisión difícil.
Pero la señora Rivera resp