Narra Krista
Benedicto y Nicola actuaron con rapidez ante la orden de Alessandro de guardar las cosas en mi apartamento, sus pertenencias ocupaban la mitad de mi sala y está era grande y espaciosa.
— ¿En serio vas a disponer de mi casa como si fuera tuya? — pregunté ya muy cabreada por el atrevimiento de Fiore.
Él alzó sus manos en señal de no saber nada. Esa pinta de inocente no me la como ni que fuera la comida más deliciosa del mundo.
Si había algo que sabía muy bien, era que Alessandro Fiore era el hombre más meticuloso de todo el planeta tierra. Todas su acciones llevaban siempre a otras que le daban los resultados que él quisiera o esperaba.
— Maximiliano aún necesita que el doctor cuide de él y la nana Nicola podrá preparar comida para ustedes cuando yo no esté, porque las habilidades de cocina tuyas son verdaderamente cuestionables.
En verdad tenía los pantalones tan bien puestos que se atreve sin tapujos a meterse conmigo en mi propia casa.
— ¿Disculpa? ¿Tú