La pelea que Paloma tuvo en el colegio le costó un castigo por parte de Román.
A media tarde, llaman a la puerta y es un repartidor con un enorme ramo de rosas.
Van dirigidas a mí.
Así que me emociono al ver el detalle que Román ha tenido conmigo.
Me voy a su oficina donde está haciendo algunos trabajos.
Entró y sin mediar dejo un beso en sus labios.
—Gracias por las rosas —digo pegado a sus labios —están hermosas.
Este me mira sin saber de qué hablo.
—Yo no envíen ningún ramo de rosas.
—¿Pero…?
Señalo afuera.
Este se pone de pie y pasa por mi lado.
Lo sigo.
—Si no fuiste tú, ¿quién más podría ser?
Ve el ramo en el salón y lo estudia con gesto serio.
Revisa y encuentra una tarjeta.
“Tu belleza me ha cautivado. Espero que pueda aceptar este ramo con todo respeto y veneración.”
Lee y su gesto se vuelve más serio.
—No tiene remitente —dice en tono seco.
—Entonces, debe ser un error.
—¿Algo que quieras contarme? —Lo miro sin entender— ¿conociste a alguien?
Resoplo.
—No. No he conocido a a