—¡Esto es imposible! ¡Yo nunca firmé ningún acuerdo de divorcio!
—¡Es falso! ¡Tiene que ser falso!
Daniel elevó abruptamente el tono de su voz. Se negaba a creer lo que veía, y mucho menos a admitir que Elena quisiera divorciarse de él.
¡Pero en el acuerdo de divorcio, inequívocamente, aparecía su firma!
Revolvió su memoria, tratando de recordar qué había pasado hace tres días. De repente, una imagen relampagueó en su mente.
Hace tres días, había cancelado todo su trabajo para quedarse en casa con Camila y Andrés. Esa noche, estaba borracho. Camila se acercó con unos documentos para que los firmara.
En ese momento, no pensó mucho. Solo creyó que su asistente le había pedido a Camila que se los llevara, así que estampó su firma.
El rostro de Daniel palideció al instante. ¿Acaso lo que firmó entonces no eran documentos sin importancia, sino...?
No se atrevió a seguir pensando. Se giró bruscamente hacia su asistente:
—Hace tres días, alrededor de las diez de la noche, ¿llevaste documentos