El silencio del despacho de Román tiene un peso distinto cuando él no está. Las cortinas están abiertas, dejando que la luz suave de la mañana bañe la alfombra color arena y acariciara el respaldo de cuero del sillón donde él suele sentarse. Puedo sentir su presencia incluso en su ausencia; en el orden meticuloso de sus carpetas, en el aroma a café que aún flota en el aire, en ese retrato de Paloma que siempre mantiene a la vista, como si su existencia dependiera de recordar por qué lucha.Entro despacio, cerrando la puerta con cuidado para que no suene. No tengo mucho tiempo. Paloma ya está en la escuela, y he visto a Román en el comedor terminando su desayuno; así que, tengo unos cinco minutos o diez si la suerte me favorece. Mis manos están heladas. Tal vez por el frío leve de la mañana o por el vértigo de saber que lo que estoy a punto de hacer no es del todo honesto. Pero lo necesitaba. Me acerco al escritorio y comienzo a revisar una a una las carpetas con etiquetas precisas. “G
Es irónico que la casa de Julia esté a menos de quince minutos de la de Román. Como una sombra que nunca desapareció del todo. Como un fantasma con piel de porcelana y voz manipuladora.Estaciono frente al portón y respiro hondo.Sé que lo que estoy a punto de hacer me va a doler más de lo que estoy dispuesta a admitir, pero también sé que es lo correcto. Por Paloma. Por Román. Por la familia que ellos han intentado construir entre las ruinas del pasado.Apago el motor. Mis manos no temblaban, aunque algo en el fondo de mi pecho vibra con la furia contenida de un volcán. Me bajo del auto. El aire caliente de Houston pega en mi rostro como un recordatorio de que la realidad es inevitable. Tocó el timbre y el portón no tarda en abrirse. Una mujer uniformada, con expresión neutra, aparece detrás de la reja negra. Me observa como si esperara que yo dijera una palabra clave para validar mi existencia.—¿Sí? —pregunta, sin amabilidad, sin hostilidad. Simplemente... ahí.—Buenos días. ¿La se
Houston, Texas.El sonido de la ciudad despertando se filtra por la cornisa de mi habitación mientras aún estoy en la cama. No es como si estuviera durmiendo y fuera un amanecer donde levitamos con la sensación de que será un espléndido día.No.Me quedo mirando el techo de mi habitación y cierro los ojos cuando la decepción de otra mañana sola, me hace recordar mi realidad.Ofuscada conmigo y con la vida salgo de la cama, apago el despertador que debería haberme despertado dentro de un par de horas más. Después de una parada en el baño, bajo hasta la cocina donde enciendo la cafetera y me quedo mirando la nada un momento.Hoy. Hace tres años que mi vida cambió radicalmente.Cierro los ojos y reprimo las lágrimas que quieren brotar en el silencio de mi solitaria casa.Flashback.—Hoy. Quiero agradecer a todos los presentes por reunirse con nosotros en este lugar para homenajear un logro más de mi esposo—Digo mirando a Mike que está a mi lado. Me ve con una sonrisa—Sé que tuvimos tiemp
En timbre me sobresalta sacándome de mis recuerdos. Me pongo de pie y abro para encontrarme con Celeste Thompson.Mi madre.—Veo que madrugaste—Comento cuando la dejo pasar.—Sabía que estabas despiertaCamina hasta la cocina y deja una bolsa, el periódico antes de servirse, una dosis de café.—Sé que te gusta ir sola al cementerio, pero hoy quiero acompañarte.La miro des el otro lado de la encimera y no digo nada. Trato de que mi dolor no sea muy evidente.—No tienes, porque hacerlo.—Davina—Suspira mi madre—Tú perdiste a tu esposo y a tu hijo— Comienza y el familiar dolo se filtra en mi pecho. Respiro profundo para mantenerlo a raya.—Mamá—Niego.—Yo perdí a mi nieto, un yerno y en cierto modo, perdí a mi hija— Su voz se quiebra— Sé que la sicóloga te ayudo a sobrellevar todo esto, pero también tienes que salir de tu caparazón y vivir, mi amor.—Yo vivo bien, mamá.—Estar aquí la mayor parte del Tiempo y dar clases en línea no es vivir, cielo. Dejaste el instituto. Ya no te diviert
ROMAN POV. —La-la-la-la-la... —¡Ya basta! — exclamo haciendo callar a mi hija—Esta vez no cederé a tus berrinches, Paloma. Te pasaste al ponerle chicle en el cabello a tu niñera. Mi hija de nueve años está de pie en medio de mi oficina en casa y me mira con disgusto. Sus ojos verdes están húmedos por lágrimas no derramadas. —La señorita Hill renuncio. Es la tercera que renuncia en un mes—Hablo desde mi silla. —No quiero una niñera. Las odió— Refunfuña. —En eso estamos de acuerdo mi pequeña dama. Lo que necesitas es una institutriz que te meta en vereda. Ya que no me prestas atención. Necesitas alguien que te enseñe algo de disciplina porque está visto que no quieres acatar mis órdenes. —Roman. La voz de mi ex-cuñada y tía de Palomas irrumpe en mi oficina. Irina es la hermana de mi exmujer. Ella, está al pendiente de Paloma en ocasiones. Eso después de que Julia me dejara hace un año por un pianista y se olvidara de su hija. —Tía —Paloma corre a sus brazos y oculta su rostro—Pa
Después de mucho pensarlo y de una charla con mi hermano, Dorian. He decidió aceptar asistir a la entrevista con el señor Baker’s.Mi madre tiene razón. Debo comenzar a dar pequeños pasos y así salir adelante.Jamás me repondré de tal perdida. Pero debo aceptar que la vida sigue y ni Jeremy ni Mike querrían verme escondida del mundo y dejando pasar mi vida, cuando puedo hacer algo mejor con ella.Cuando el GPS me indica que he llegado a mi destino. Miro con asombro una valla enorme.¡Es una m*****a finca!Digo mi nombre al guardia que está apostado en la entrada y con nerviosismos espero.—El señor Baker’s la está esperando —dice sin cambiar su gesto.—Gracias —murmuro.La verja se abre y subo mi coche por el sendero arbolado. La vista es hermosa y majestuosa. Sin duda una de las mansiones más hermosas que he visto.Estaciono junto a un todoterreno y Después de respirar profundo tomo mi bolso y el dosier.Repaso mi atuendo.Un vestido a la altura de las rodillas, en color gris con zapa
—¿Va a llevar esto? Las palabras vienen de mi madre, que me está ayudando con el equipaje que llevaré a la casa de los Baker’s. Ayer, luego del incidente con Paloma me fue imposible que se abriera conmigo. Pero, es normal y sé que tengo un duro trabajo por delante. Miro la camiseta que mi madre me tiende y la tomo. —¿Crees que llevo mucho equipaje? —murmuro mirando alrededor. —No —sonríe —Solo que hace mucho no haces un equipaje. Asiento. Me acerco hasta la comoda junto a mi cama y la abro. Dentro está la manta preferida de mi hijo, la cual se quedó conmigo. Huele a él y es lo más preciado que tengo del mismo. Una sonrisa se desliza por mi rostro al recordar lo que amaba el trozo de tela. Tomo una fotografía familiar de Mike, Jeremy y yo de su último cumpleaños. Y las llevo a la maleta. —Creo que es todo —susurro. —Vas a estar bien. Asiento. El timbre de la puerta principal suena. —Debe ser tu hermano para despedirse. Sonrío. Cierro mi maleta y segundos después mi herma
Bajo las escaleras y escucho la risa de Paloma que proviene del salón.Sé que debí ser más tajante, pero no quiero problemas con la mujer y no sé qué tan permisivo en Román en cuento a su cuñada.Me dirijo a la cocina donde Lola y la otra chica de servicio, Gail, están. Lola se encuentra sentada en la mesa del rincón con una taza de café y un poco de pastel de arándanos.Gail está preparando una bandeja con leche, café y pastel que llevara al salón.Me acerco a la cafetera y me preparo un expreso antes de sentarme junto a Lola que me ignora.La miro en silencio unos segundos antes de suspirar.—¿Le caigo mal? — inquiero.Los ojos oscuros de Lola se levantan de su café y me clava la mirada en silencio.—¿Qué la hace pensar eso?—Tal vez la forma en que me mira—. Hablo— Como si fuera la m****a en sus zapatos.Escucho la risa de Gail que cesa cuando Lola la mira mal.—¿Quiere que le diga la verdad, señorita…?—Davina. Por favor, soy Davina— la corto.—Verás, Davina. Es simple, no veo la n