Punto de Vista de Elena
—No te esfuerces tanto, cariño.
—No es nada, solo quiero correr un poco por los límites de la manada.
—¿Y Tomás lo sabe? —Mercedes me miró con desaprobación mientras su cabello rojizo rebotaba con su caminar acelerado, y traté de seguir su ritmo sintiéndome como una niña traviesa siendo llevada al director después de ser descubierta fuera de clase.
—¿Acaso tiene que saberlo?
—Elena, todavía estás bajo cuidado médico, no puedes salir a correr kilómetros cuando aún no estás bien del todo.
Mercedes me había pillado dirigiéndome hacia el campo de entrenamiento e insistió en llevarme de vuelta a la Casa del Alfa de inmediato, como si fuera una fugitiva.
Necesitaba hacer algo porque me estaba volviendo loca de estar encerrada. Como no era la Luna oficial, no podía hacer ninguna tarea de Luna y ni tenía nada que hacer durante el día.
—Estoy aburrida, Mercedes. No hago nada en todo el día, necesito hacer algo.
—Eres igual que Tomás, necesitas aprender a tener paciencia.