Mi turno.
Solté la mano de Enrique y di un paso al frente.
Dejé que la orden de mi Alfa y mi Luna me inundara, que esa necesidad de someterse tomara el control.
Ella todavía estaba ahí, justo detrás del velo. Ni siquiera había intentado controlarla, empujarla hacia atrás porque no sentía que lo necesitara. Ella y yo teníamos nuestro propio camino que seguir, nuestra historia era diferente a las demás.
Ella había estado escondida por tanto tiempo que parecía cruel empujarla de regreso a la oscuridad. Ahora, finalmente, había salido a la luz, ambas lo habíamos hecho.
Sentí mi cuerpo doblarse, mis huesos quebrarse mientras me transformaba... el vestido de seda plateado se desgarraba bajo mis pies mientras mi loba estiraba su larga espina dorsal, su pelaje rojo sacudiéndose cuando completaba la transformación.
Sentí a Enrique transformarse a mi lado, luego a Javier, seguido por el resto de la manada. El lobo de Enrique frotó su hocico en mi cuello, su lobo lamía mi hocico.
Con un aullido a