Tan pronto como entré en mi coche, el olor a Jorge me abrumó y las lágrimas comenzaron a acumularse en mis ojos... Sabía que era más por el dolor, pero él era mi red de seguridad y olerlo me hizo extrañarlo aún más en ese momento. Acaricié el volante y sentí el cuero frío bajo mi tacto.
—Te seguiré de cerca. —dijo Lucas, agachándose junto a la puerta abierta del coche, apretándose las manos. Se sentía culpable, pero no era su responsabilidad. De hecho, nada de esto lo era.
—En realidad no es necesario. Siéntete libre de adelantarte.
—Ni hablar, Pelirroja, el Alfa Héctor ya va a matarme tal como están las cosas.
—Él no necesita saberlo.
—Hmm... —Él cerró la puerta por mí. Hice una mueca de dolor cuando alcancé el cinturón de seguridad, su mano golpeó suavemente la parte trasera de mi coche mientras lo veía en el espejo retrovisor correr hacia mí antes de cambiar de opinión y dirigirse a su moto.
Él era muy atento. Cada vez que llegábamos a un semáforo, se acercaba a mi lado y me revisab