Punto de vista de Héctor
La sensación de presagio se negaba a abandonarme. No podía librarme de ella. Trabajaba tan rápido como posible.
La había sentido desde que me separé de Carla. Mi lobo estaba descontento conmigo, pero mi manada estaba a salvo, bien protegida. Tampoco iba a lastimarla para sentir el tirón del vínculo de apareamiento, esa atracción en su corazón por mi ausencia.
Ella luchaba contra ello, contra esa atracción. Era fuerte, pero a juzgar por lo ocurrido anoche en la cocina, no era del todo capaz de negarse a ese llamado a ser mía.
Me encontraba en la biblioteca de la manada de Julio. Allí guardaba registros que se remontaban siglos atrás, cosas que ni siquiera el Consejo tenía acceso.
Algunos de los libros que necesitaba estaban en la parte más trasera, oscura y polvorienta, donde ni siquiera llegaba la señal de mi celular.
Estaba leyendo un libro antiguo, escrito a mano en caligrafía... la tinta se había traspasado en las páginas, haciendo ilegibles la mayoría de la