Un miedo me apretaba la garganta, como si al cerrar los ojos, ella se me escapara.
—Alfa... ropa seca —Esteban entró, su voz se apagaba al posar la mirada en Carla.
—Gracias, Esteban...
—Puedo quedarme con ella si quieres ir a descansar...
—No, no puedo dejarla.
—Te haré saber a través del enlace mental si hay algún cambio. Parece estable ahora...
—No, el doctor dijo que sería una noche difícil... que podría no... No puedo ni siquiera decir las palabras.
—Alfa...
—He hecho todo mal, la encontré demasiado tarde. No estaba preparado para ella... todavía tenía el corazón lleno de rabia por todo lo que había pasado.
—Tomás... Mercedes... la muerte de mi padre, de mi madre... todo lo que quería era que sintieran un poquito del enojo que yo había sentido toda mi vida.
—Ella era como un rayo de luz, un obsequio de la diosa lunar, pero yo estaba tan obsesionado con salvar a Elena que he dejado que Carla se me escabullera entre los dedos.
—Ella estaba allí, en mi manada... en mi casa. Ahora es