Punto de Vista de Elena
—Es un certificado de adopción. —las palabras salieron de mi boca con más torpeza de la que hubiera querido, palabras que jamás esperaba pronunciar, aunque las escuchó perfectamente.
Dejó de comer y se quedó con la boca ligeramente entreabierta por la impresión, mientras buscaba a Tomás con la mirada, quien permanecía a mi lado.
—Ah, claro. Dios mío, hace tanto de eso. —colocó los cubiertos sobre la mesa y se secó delicadamente la comisura de la boca con la servilleta.
—¿Sabes algo de esto, mamá? —Tomás mostraba la misma curiosidad que yo sobre lo que ella pudiera saber.
Se acercó y se sentó junto a ella en la mesa, mientras yo me dirigía hacia su silla para apoyar las manos en el hermoso respaldo de madera tallada. Necesitaba su cercanía para calmar los nervios que me carcomían.
En realidad, le preguntaba a una familia adoptiva sobre otra, porque tampoco eran mis verdaderos padres, aunque Mercedes y Damón habían estado conmigo desde que tenía memoria. Se hicier