Él sabia lo que era no tener madre, pero para mi era peor tenerla y saber y que ella no quería tenerme a mi. Nunca supe si yo había sido un accidente o si solo había sido deseo de mi padre que naciera, sentí que los brazos de Edgard me ceñían apartándose de mi cara, identificando inexplicablemente el motivo de mi dolor.
—Ssshh.. princesa — sollocé un poco mientras él me abrazaba. Había contado en cierta ocasión esta debilidad a Amanda — Ahora me tienes a mí, a nuestro hijo, a Amanda con Jason…
—Me hubiera gustado que mi madre compartiera esta felicidad — dije amargamente contra su pecho.
—Mírame… — me dijo él después de un momento, cuando me calmé.