MARIANNE
Ese día el trabajo estuvo un poco pesado pero debía agradecer al señor Brooks que tuvo compasión y me dejo salir temprano… muy entrada la noche.
El celular retumbó y vibró sobre mi escritorio mientras metía las carpetas en el contenedor.
—¿Marianne?— escuché la voz de Amanda apenas contesté.
—Hola, Amanda— le dije poniendo el altavoz para seguir ordenándolas.
—¿En cuanto sales Marianne…?— parecía un poco ansiosa.
—¿Sucede algo Amanda…?— pegunté no muy segura de querer saber la respuesta.
—No… Solamente quería preguntarte si