CAPÍTULO 23. NO ERES BIEN RECIBIDO EN ESTA CASA.

Liuggi sin darse cuenta rompió el vaso, la sangre se confundió con el líquido color verdoso, chorreando por sus dedos, la rabia era inmensa, la primera reacción fue tomar a Conti por el cuello y golpearlo hasta romperle el rostro y dejarlo inconsciente, para luego agarrar a Lisbani Angélica y llevársela en el hombro a la villa. Tal vez esa acción sería demasiado cavernícola, pero no soportaba verla con nadie, sentía como si le hubiesen asestado un puñal en el corazón. Antes de poderse levantar, los ojos de sus acompañantes dirigieron la vista hacia él.

 —¿Qué sucedió? ¿Cómo se te ha quebrado el vaso? —preguntó uno de ellos con preocupación.

—Tranquilos, no me di cuenta cuán fuerte apretaba el vaso, no hay nada por lo cual preocuparse. Todo está bien —expresó mientras sacaba un pañuelo del traje, cubriéndose la herida, extendiendo de nuevo la mirada hacia la pista, sin poder apartar la vista de allí.

La angusti

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