CAPÍTULO 24. ANILLO DE COMPROMISO

Liuggi se mantuvo en la puerta, haciendo caso omiso de las palabras de la mujer, el rostro de cansancio y sus ojos inyectados de sangre, producto de la vigilia durante toda la noche en el estacionamiento del edificio, esperando la salida de Fabrizio, le daban un aspecto desaliñado y enfermizo, no obstante, Lisbani lo atribuyó a la noche desenfrenada que seguramente pasó con sus amigas.

El hombre no pudo evitar extender la vista hacia Conti, la expresión de satisfacción en la cara, era innegable, como también lo era el de enojo de Lisbani.

—Estoy esperando te apartes de mi puerta, para cerrarla —expuso la mujer con expresión fría.

—Lis yo…—las palabras se le atragantaron en la garganta, quería confesarle como se sentía, la importancia de ella, sin embargo, sus palabras no pudieron ser pronunciadas porque en e

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