Capítulo 18. Parte 3
Antonella:
Al llegar al estacionamiento, divisamos su auto, y nos subimos para estar más seguros en esta clandestinidad que nos hemos impuesto. Nos sentamos en completo silencio; sin embargo, no puedo dejar de observar que su semblante no es el de siempre. Diego está triste, tiene su mirada perdida hacia la nada, y se me aprieta el corazón verlo así.
—Quería hablar contigo —lo escucho decir después de minutos de silencio.
Mi cuerpo comienza a temblar, y por más que intento controlarlo me es imposible, pues me da miedo escuchar que, de su hermosa boca, salga la frase que me llevaría al abismo.
«¿Es que quiere que esta aventura se termine?»
—¿"Quiero hablar contigo" y "tenemos que hablar" es lo mismo? —pregunto por si acaso, recordando que una vez me dijo que no le gustaba esa frase, pues a mí tampoco.
La calidez de sus fuertes brazos me rodea, y ahí me quedo, esperanzada de que sigamos juntos, aunque deba compartirlo con Ambra, o, en el peor de los casos, atesorando este último momento