Capítulo 39. Imperfectos

Dragos caminó hasta ponerse frente a la diosa, sus puños estaban apretados, el puñal en su mano derecha, junto al anillo con la piedra de luna que le da acceso al sitial de los dioses.

—Conmigo has cometido un grave error, Selene, yo tengo más determinación que mi padre, ¡él no sufrió como me has hecho sufrir a mí!

La diosa Selene se levantó de su trono y bajó el par de escalones, caminó con gracia y desenvoltura hasta quedar junto a él, sin miedo a su nieto.

—Sé que igual a tu padre quieres acabar conmigo. Perdóname… —pidió ella expresando dolor y arrepentimiento.

Dragos dio un paso atrás y lloró sin poder evitarlo, pero se quitó las lágrimas de un manotazo, aquí podía llorar, aquí era él otra cosa, no era un no muerto, era un semidiós por derecho y sentía todo, demasiado para su propia resistencia.

—Puedes sentir hijo mío —lo consoló y ella también lloraba.

— ¡Eres una sádica! —La acusó Dragos—. Estás tan aburrida que tu pasatiempo favorito es torturarme, yo no te
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