Durante los próximos dos meses, mi vida al lado del Alfa fue más de lo que hubiese imaginado. Viví feliz, mi embarazo avanzó y nos trajo una plena alegría a los dos. Todo mundo estaba contento ante la llegada del primer hijo del Alfa, pero Tarren y yo éramos los más felices. Él me procuraba hasta la exageración y yo no podía sentirme más emocionada. Nunca antes pensé en un hijo para mi vida, pero pronto me descubrí deseando su nacimiento, emocionándome al imaginarme a mi pequeña familia, a mi pequeño bebé. Todas las mañanas me despertaba y saludaba con cariño a mi pequeño vientre, casi plano del todo.
Y Tarren no podía ser más dulce y atento conmigo. Cuidaba de mí día y noche. Pero mientras por un lado todo era felicidad, por el otro, había un lado que no quería mirar. Makya había sido enviada lejos temporalmente como castigo y de Arawn no sabía nada. Se había ido luego de ser liberado, había desaparecido.
Su larga ausencia me inquietaba sobremanera.
—No te preocupes por él. Es su