Luego de tres días al fin Morgan le da el alta a Aurore y, ya que en ese horario Damiana aún sigue trabajando, Armand decide llevársela mientras tanto a su apartamento.
En el trayecto, la pequeña va cantando aquellas canciones que le gustan mientras Armand sonríe feliz de que su hija ya se sienta mucho mejor.
—Papi, ¿la señorita Geller irá a verme a tu casa?
—Sí, mi amor por la tarde, cuando ella salga del trabajo.
—¿Y por qué no podemos ir nosotros a verla a ella? Sería una linda sorpresa.
—Sí, es verdad, pero recuerda lo que dijo el tío Morgan, debes cuidarte y evitar estar con muchas personas, porque puedes agarrar otro virus y eso sería mucho más peligroso.
—Tienes razón, papi. Bueno, me tocará esperar a que salga del trabajo para que vaya a verme.
En ese momento suena el teléfono de Armand, y ve que es Damiana. Se detiene a un lado del camino para contestar porque sabe que las conversaciones con ella pueden ser algo intensas. Además, no puede poner el manos libres porque, si la c