—Supervisar la cena, hoy y por cuarenta días tendrás las noches con la casa llena —eso me hizo sonreír.
—Te amo vieja, puede que tengas esa bola en tu cabeza, pero vas a vivir como te lo mereces.
—Como una princesa. —Se burló mi negra.
—No, como una reina.
—Quien se los va a aguantar ahora a ustedes.
—Tú. —tomé el termo y me fui para mi habitación.
—Lamento no haber estado contigo cuando recibiste la noticia.
Comentó Diana, una vez ingresé al cuarto, estaba llorando. Ahora le tocaba a ella, nosotros lo había hecho hace unas horas.
—Haremos todo lo posible para mantenerla con vida.
—Eso lo sé. Con lo intensos que son.
Augusto comenzó a llorar, Isaac estaba durmiendo su siesta, con su niñera cuidándolo. Le preparé el tetero de una onza y cargué a mi hijo, tenerlo en mis brazos era un privilegio, no puedo creer que yo un animal pudiera engendrar algo tan puro, comencé a darle su tetero. Comprendí que nadie al nacer nace manchado, son las circunstancias, el trato lo que desvía a la humani