—Te amo, señora García. Serás el mejor juego de mi vida.
Limpió el par de lágrimas traicioneras que salieron de mis ojos.
—Pueden besar cada uno a su esposa.
Dijo el tipo disfrazado. Un estremecimiento recorrió mi cuerpo cuando los labios de Miguel se apoderaron de los míos, me encanta su manera tosca y fuerte con la que me toma, aunque, cuando lo hizo suave en la casa de la señora Consuelo, me gustó.
Todo lo que me ha dado y mostrado mi marido lo adoro. Me cargó y caminó hasta llegar al lugar donde entregaban los certificados. Los documentos se los llevaría Inés para arreglar el tema legal a nuestro regreso en pocos días.
—Hemos hecho muchas cosas juntos.
Comentó Miguel cuando Roland y Simón llegaron a nuestro lado con sus esposas de la mano, Luisa estaba radiante.
» Pero jamás me imaginé que nos casaríamos el mismo día en el mismo lugar nosotros tres.
—Cosas de la vida y buenas anécdotas para que les cuenten a sus hijos.
Dijo Roland. Los ojos en blanco de Vero me dieron a entender q