David se quedó paralizado por un momento y luego estalló en carcajadas: —¡Ja, ja, ja! ¿Qué has dicho? ¿Que nos has despedido a todos?
—Juan, ¿quién te crees que eres? ¿Acaso, con qué autoridad nos despides? —Miguel se rió despectivamente.
—Juan, ¿crees que eres el presidente y tienes el suficiente poder para despedirnos? —Cristina no podía contener en ese momento su risa.
—¡Ja, ja, ja!
Todos se reían a carcajadas, sujetándose el estómago de tanto reír.
Laura miró con desprecio a Juan como si fuera un payaso, también pensando que era ridículo.
Cuando Juan iba a responder, de repente, la voz severa del sistema de altavoces de la empresa resonó en todos los rincones: —Aviso urgente, se solicita a todos los empleados que se dirijan inmediatamente a la sala de reuniones para escuchar el discurso de toma de posesión del presidente.
—Excepto aquellos que están fuera o de permiso, todos los empleados deben asistir, sin excepción alguna. Los líderes correspondientes de cada departamento deben a