Dos cultivadores del nivel Poderoso Marqués Guerrero enfrentándose en el mismo lugar representaban un peligro extremo. Si Juan no protegía a Patricia, bastaría un solo instante para que las poderosas corrientes de choque acabaran con su vida.
El alboroto y la energía liberada despertaron a Patricia de su sueño profundo. Abrió los ojos lentamente y, al ver a Juan frente a ella, su rostro mostró una mezcla de sorpresa y alivio.
—Juan… ¿eres tú? —preguntó incrédula, murmurando casi para sí misma.
Juan la miró y, con su característico tono despreocupado, respondió:
—Si no soy yo, ¿quién más podría ser? ¿Un fantasma?
—¡De verdad eres tú, el señor González! ¡Te he extrañado tanto!
Con una mezcla de alegría y emoción, Patricia se lanzó directamente a los brazos de Juan, aferrándose a él una y otra vez como si tuviera miedo que el desapareciera.
Mientras Patricia expresaba su alegría sin precaución alguna, las caras de Ildefonso y Jeremías se oscurecían cada vez más. Sobre todo, Ildefonso, que