Al terminar de hablar, David miró a Juan con una expresión de satisfacción total y dijo: —No te preocupes, mi seguro de daños tiene una cobertura de tres millones. ¿Con esto te basta?
—¡Ja ja ja…!!
Cristina y Miguel, al comprenderlo, estallaron en carcajadas.
Incluso Laura esbozó una sonrisa triunfante. Claro, con el seguro, no había nada que temer.
—¿De verdad? —Juan también se rio con sarcasmo: —Entonces llama de inmediato a la compañía de seguros. Estoy esperando.
—¡Voy a hacerlo! —David refunfuñó con desprecio y sacó su teléfono para llamar a la compañía de seguros, proporcionándoles la dirección.
Después de colgar, sonrió con gran satisfacción: —¿Pensaste que yo pagaría de mi bolsillo? ¿verdad? Sigue entonces soñando.
—¿Me puedes responder una pregunta? —Juan sacudió la cabeza con una amplia sonrisa.
—Dime— respondió David, a regañadientes.
Juan arqueó una ceja y preguntó: —¿Cómo obtuviste tu licencia de conducir? ¿Acaso, la compraste?
—¡Estás hablando tonterías! —David se enfurec