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¿Hija, tienes algo? —mi madre preguntó y logró que saliera de mis pensamientos, por más que traté de dormir durante toda la noche, la situación con el tema de Mijail Volkov, y su amenaza, no me dejó estar en paz ni un solo momento.

¿Por qué, mamá? —traté de esquivar el tema.

Madres, todo lo saben.

Has estado ida desde que te levantaste, ¿todo está bien? —agaché la mirada y decido callarme todo lo que el día anterior había pasado entre Jhon, Malka y ese tal Mijaíl. Sé que no es momento para preocupar a mis padres, mi papá está en un viaje de negocios, y sé que mamá se siente triste cuando él no está a su lado.

Solo es la escuela mamá, sabes que no me ha ido nada bien en matemáticas—la mirada de mi madre se ablanda, al menos por el momento, no sospecha del problema en el que está metida su hija.

Todo estará bien, cariño… ¿Quieres que vaya a hablar con tu profesor?

Negué tomándome mi leche—Lo voy a solucionar por mí misma, mamá… Roberto es algo complicado, pero, sé que todo va a mejorar.

Decidí esta vez irme caminando hacia la escuela, solo serían unas calles y esto me ayudarían a pensar qué haré con toda esta situación. Quizás, Mijaíl solo estaba amenazándome para darme algo de miedo, o tal vez en cualquier momento vería a una mujer súper hermosa dispuesta a complacerlo y se olvidaría de la amenaza que me hizo.

Al llegar a la escuela entró inmediatamente al salón de la profesora Algarín, la maestra de historia. Ella era una mujer de cincuenta años muy amable; sus ojos color miel son los más hermosos que he visto en mi escasa vida y además sus clases eran muy instructivas.

Al poco tiempo después de mi entrada, llega Malka y Jhon al salón de clases, Malka como de costumbre se sentó a mi lado, pero, Jhon no lo hizo esta vez y sinceramente no quise darle importancia y lo dejé pasar.

¿Qué le sucede a Jhon? —le pregunté a Malka. Ella solo ignoró mi pregunta. A la mitad de la clase la profesora Algarín me pidió que fuese a la oficina del profesor Roberto, tomé mis cosas con rabia, nunca desde la entrada de ese señor al instituto nos hemos llevado bien.

Llegué hasta el pasillo y me anuncié con la secretaria, esta me hizo esperar un momento antes de hacerme entrar a la oficina del profesor, Roberto me miró con desprecio y cerró la puerta con seguro después de que yo entré.

¿Dígame profesor, en que le puedo servir? —le pregunté lo más cortante posible, Roberto tragó en seco y se relamió los labios.

Mi mirada se centró en su boca.

Señorita Jones, sus calificaciones no son las mejores—ruedo los ojos.

Profesor eso no es nada nuevo, ¿para esto me trajo hasta acá? —bufé, la cara del profesor se tornó dura y pude ver que estaba enojado.

Esa no es la manera de hablarme, Jones—me crucé de brazos molesta.

Mis hombros se relajaron. —Por favor Roberto, dime qué trabajo o que taller debo hacer para colocarme al día y listo, si eso es todo me retiro—me doy la vuelta para recoger mis cosas, pero, al tratar de abrir la puerta siento sus manos rodear mi cintura, por instinto di dos pasos hacia adelante para alejarme asustada de él.

Estoy… Estoy enamorado de ti—me quedé helada por su confesión, los ojos de Roberto se oscurecieron causando que mi pecho comenzará a subir y a bajar.

¿Qué? —dije volteándome para verlo, su rostro se tornó rojo quizás por la vergüenza que sentía.

Desde la primera vez que te vi, Victoria—, me senté de golpe al escuchar sus palabras, no podía creer esto.

¡Deja de mentir, todos saben que me odias! — él negó con la cabeza repetidamente.

Traté, pero, no puedo Victoria, esto es tan frustrante… Tú eres tan joven, y yo soy un hombre, pero, eso no me impidió enamorarme de ti pequeña. ¿sabes cuantas veces traté de sacarte de aquí? —señala su pecho—. Por eso intenté mantenerme al margen, no sabes lo loco que me he puesto cuando Jhon dijo que tú… y él… —El sujeto guardó silencio cerrando los ojos como si le costara decirlo—, pero, sé que es falso, tú no eres ese tipo de chicas. Victoria sé que esto es una locura, pero, solo te pido o más bien te suplico que me dejes intentar amarte.

Roberto comenzó a acercarse a mí, estaba aturdida y asustada a la vez. El profesor era un hombre apuesto, su confesión me cayó como un baldado de agua fría. Al principio me sentí cautivada al conocerlo, y bueno creo que todas las alumnas de Madrid High School lo estaban, pero, luego de ver la forma en como trataba a los alumnos, hizo que lo bajara del pedestal donde lo tenía. Tiempo después la idea de tener una relación no estaba en mis planes y mucho menos por alguien del cual no sentía absolutamente nada, más que asco y repulsión.

¿Qué quieres decir con todo esto? —Murmuré intentando ganar tiempo para poder salir de aquí. Miré todo a mi alrededor, si Roberto Arteaga deseara hacerme daño, nada podría impedirlo, porque su oficina quedaba lejos de la entrada a la zona de profesores.

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