Mi cuerpo se tensa, me siento atrapado en un torbellino de emociones contradictorias; por una parte, tengo claro que no fui sincero con Zoa y que para ella puede ser difícil comprenderme, aunque también tengo claro que ella me engañó y me hizo sentir vulnerable.
Estoy frustrado y el fuego en mi interior crece como un fuerte puño dispuesto a acabar con todo a su alrededor. Me estoy dejando llevar por las sombras a mi alrededor, aunque sé que no tengo derecho a exigirle nada.
— ¿No me digas que te has vuelto dependiente de mí, Devereux? — Escucho la sutil y hermosa risa de Zoa y solo quiero levantarme de esta silla y explotar la cara del idiota del rubio. — Pero, lo siento. Aunque dependas de mí, no puedo hacerme cargo de tus necesidades en este momento. Tengo que hacer pipí — Zoa pasa por nuestro lado sin advertir nuestra presencia.
Me levanto, porque necesito verla, hab