— ¿Cuándo vas a decirme quién es ese chico? —indaga Dylan una vez dentro del cuarto de Aye.
En cuanto Aye bajó del auto, ellos subieron a la habitación de la joven en silencio, él esperó hasta entrar y poder hacer la pregunta que lo está poniendo nervioso e inseguro.
— ¿Dónde estabas? —cuestiona ignorando la pregunta que le había hecho, mientras se sienta en una silla frente al escritorio.
—Anoche te dije que te iba a ayudar con esas cartas que estás recibiendo y eso es lo que estuve haciendo —le responde acercándose a ella—. Puedes dejar de evadirme de una buena vez y decirme lo que en verdad está pasando —inquiere plantándose frente a ella—. Desde que volviste de Buenos Aires estás diferente.
—No soy diferente —se defiende con descaro.
—Lo estás —le asegura—. ¿Quién es ese chico? —le vuelve a preguntar.
—Un amigo de la infancia —responde y Dylan eleva una ceja.
—Un ex —adivina.
-Si; también —admite ella en voz baja.
—¿Y qué le ocurre a él? —pregunta acuclillándose frente a ella.
—Na