—Mis sentidos están bien, gracias —responde divertida y un poco más sonriente por el alcohol.
—Seguro que sí —asiente Dylan mostrando una sonrisa. Ambos miran al centro del lugar llamados por un grito de Bonnie y descubren que están siendo la atracción del recinto—. Creo que tus amigos olvidaron que este lugar no es un boliche —entona sin dejar de verlos.
—Creo que han olvidado más que eso —seguro Aye.
Ella trata de levantarse, pero su mareo no le da tregua y Dylan se apresura a apoyarla en él para establecerla.
— Deberías ir a casa —sugiere el joven.
—Puedo esperarlos —afirma ella.
—No creo que estés en condiciones —señala él.
—Puedo quedarme aquí sentada hasta que ellos estén listos para ir a casa —entona Aye con terquedad.
—Estás obstinada, ¿verdad? —observa Dylan y ella lo mira entre cerrando los ojos.
—Puedo esperarlos —asevera.
—Puedo llevarte a tu habitación, es más, si no quieres que te acompañe hasta ella, puedo acercarte al campus y dejarte en la puerta de tu edifi