—Has estado muy callada —señala Jonas intercambiando su mirada entre Kansas y el camino.
Habían salido muy temprano de la casa de la madre de Kansas y el viaje fue muy tranquilo para lo que le respeta a Jonas. Se encontraban llegando a la residencia y Kansas estaba sumida en sus pensamientos, él le había dejado tiempo y espacio entendiendo que quizás ella extrañe más de lo que admite su hogar y con seguridad extrañaba a su padre, pero ya no podía seguir en silencio y necesitaba saber qué es lo que le rondaba en la cabeza de su chica.
—Estaba pensando —se limita a responder.
—De eso ya me había dado cuenta —Le sonríe—. ¿Estás bien? —se interesa.
—¿La verdad?
Ella lo mira al tiempo que él lo hace también.
—La verdad —contesta.
—No me había dado cuenta lo que extrañaba mi casa, ni mucho menos a mi padre —deja salir un suspiro—. No lo sé, creo… Creo que de alguna manera por primera vez estoy bien conmigo misma, estoy tranquila, estoy en paz.
—Eso es algo bueno, ¿verdad? —Jonas le sonríe y