Capítulo 120

Necesitando un poco de distracción y no queriendo llegar a casa en ese estado de angustia, decide entrar en el bar. Sin mirar a su alrededor y sin prestar atención a las miradas lascivas de los hombres del lugar, se acerca hasta la barra y se sienta en un taburete.

—Un Gin tonic, por favor —le pide al bartender—. Dos de lima —indica en cuanto el cantinero asiente con la cabeza.

Ella saca su celular de su cartera descubriendo que tiene varios mensajes de su hermano. No iba a leerlos, sabía que su hermano estaba preocupado por ella y no quería leer todo eso, al menos, no en ese momento. Su mirada se vuelve a su izquierda en donde encuentra a un hombre con los hombros caídos y una cerveza en sus manos. Helena lo observa con detenimiento; sus hombros son anchos, pero no tanto; su pelo oscuro, un poco más largo de lo normal y una incipiente barba adorna su rostro. Al parecer, por la posición del joven, Helena no fue la única en tener un mal día. El joven siente el peso de la mirada de ella
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