Por Emanuel
Nos quedamos en silencio.
Luego de unos minutos en los que ninguno habló, yo rompí el silencio.
- ¿Qué?
-Que sí, soy puto.
- ¿Me estás cargando?
-Si no te gusta la respuesta, no preguntes, no insistas, sí, soy puto y no sabés lo bien que me siento al decirlo.
No sabía si me estaba hablando en serio.
No quise repreguntar, estaba realmente confundido.
-Hace mucho tiempo que lo tendría que haber dicho.
- ¿Estás hablando en serio?
Le pregunté, mirándolo, estudiando, como dice Sebastián.
Ricky era alto, medía más de 1,90, era grandote, morrudo, parecía fisicoculturista, no lo era, pero se entrenaba a diario.
También podría hacerse pasar por la seguridad de algún boliche, de esos que se imponen por su físico.
Usaba barba “candado” y era un hombre que hacía suspirar a muchas mujeres.
No era amanerado.
Le quería preguntar, si era así, porqué se lo calló tanto tiempo o desde cuando era gay, o si era bisexual.
Si era bi… igual podría ser el padre de Dante.
Ese tema me tiene obsesiona