Él la estaba observando fijamente, pendiente de cada gesto, registrando su reacción. Finalmente, dijo:
— Si quieres, puedes verificar la autenticidad del testamento.
— ¡Vaya lo dices como si fueras un falsificador profesional! – resopló enfadada y triste por la situación.
— En este caso, se trata de un documento auténtico —concluyó— ¿Por qué habría de hacer todo esto si fuera mentira?
—No lo sé. Serías capaz de hacerlo por vengarte de mí – le dijo ella con voz completamente plana.
—En contra de lo que pareces creer, nunca te he guardado rencor ni he querido humillarte, aunque es evidente que no he sabido demostrártelo.
— ¿Por qué será? – se burló evocando en su mente lo ocurrido hace cuatro años — ¡No consigo comprender que Joseph te confiara a Natalie en su testamento!
—Así que ahora lo crees.
— ¡Ojala fuera falso! — Andrea apoyó la cabeza en las manos—. Solo se me ocurre que fuera una situación que no pensó que llegara a hacerse realidad. Después de todo, era más joven