V.- Desconcierto.
Andrea se puso en pie de un salto con los ojos muy abiertos ante las palabras de Vittorio.
— ¿Qué tipo de broma macabra es esta? —preguntó, furiosa.
Vittorio se levantó pausadamente y, mirándola fijamente, dijo:
—No es ninguna broma. Cuando Jussepe me llamó... – comenzó a decir y ella lo interrumpió.
—No acudiste – insistió.
—No era eso lo que quería, sino...
—Me da lo mismo para lo que te llamara. Natalie es mía y punto ¡ahora sal de mi casa por favor! – él la ignoró.
—Natalia es de Jussepe – Andrea sintió el corazón latirle con tanta fuerza que temió que le fuera a estallar.
— ¡Y de mi hermana! —gritó.
Pero había trascurrido tan poco tiempo desde la muerte de Sarah y había estado tan abatida, que no había comenzado el proceso de adopción por falta de concentración en otra cosa que no fuera la niña y su trabajo para mantenerse a flote ante el dolor y el sufrimiento. Entre otras cosas, porque no había dudado ni por un segundo que fueran a concedérsela.
—Joseph era hijo únic