AURORA SUMMER
Pasamos todo el domingo en casa y Douglas no se cansaba de mí; cualquier cosita que yo hiciera lo excitaba.
Llegó el lunes y, por mucho que intentó convencerme de que debíamos faltar al trabajo, me negué a escucharlo.
—Por centésima vez, Douglas, para —gemí mientras apartaba su mano de mi cintura. Estaba intentando vestirme para el trabajo, pero cada vez él venía por detrás y empezaba a besarme el cuello, me dejaba confundida sobre si quería vestirme o desnudarme.
—Está bien, eres la prometida del jefe —dijo él, y yo me volví hacia él con una mirada furiosa. Él levantó la mano en señal de rendición antes de hacer un gesto de cerrar la cremallera en sus labios.
Finalmente me vestí con un traje de chaqueta azul marino con un toque de blanco mientras me aplicaba el pintalabios. Mi cabello ya estaba recogido en un moño desordenado, cortesía de mi guapo prometido.
—Estás deslumbrante —elogió, y yo hice una pequeña reverencia mientras él se reía. —Vamos allá. —Él tomó mi mano