DOUGLAS WARD
Estaba caminando de un lado a otro, esperando que contestara, pero no obtuve respuesta. Estaba a punto de salir de casa e ir directo a la suya cuando oí su melodiosa voz. Mi corazón se calmó de inmediato.
—Ah, Douglas, ¿terminaste la cena? —preguntó. Ella no sabía lo preocupado que estaba cuando no contestó. Lo último de lo que quería hablar era de una cena que salió mal.
—¿Estás bien, Aurora? —pregunté.
—Sí, lo estoy. ¿Por qué suenas tan preocupado? —preguntó con su dulce voz.
—¿No te dije que me llamaras cuando llegaras a casa? Me preocupé mucho cuando no pude localizarte. Estaba a punto de conducir hasta tu casa. Eres muy terca —gemí, intentando no enfadarme. Ya me sentía frustrado.
—Lo siento, amor. Me entretuve hablando con mamá y Maju. Planeaba llamarte antes de irme a dormir —se estaba disculpando. No podía estar enfadado con ella ni por un segundo.
—Quería que estuvieras aquí conmigo —comenté con un suspiro. Besar esos labios y tenerla acurrucada conmigo me haría