DOUGLAS WARD
Me desperté con suaves besos esparcidos por todo mi rostro y abrí los ojos para encontrarme con unos cálidos ojos marrones que ya me miraban fijamente. Quería despertar así todas las mañanas, por el resto de mi vida, todos los días. Sentí mi corazón martillear en mi pecho solo de pensarlo: despertar todas las mañanas con Aurora, irme a la cama con ella entre mis brazos... la idea no sonaba nada mal. Sonaba perfecta.
—Buenos días, mi amor —la saludé mientras la atraía para un beso, pero ella cubrió su boca con la mano y yo la miré con una ceja levantada.
—Aliento mañanero —murmuró a través de sus manos cerradas.
—¿Qué aliento mañanero? Ninguna cantidad de aliento mañanero me impediría besar tus labios —replico e intento apartar su mano, pero ella rápidamente se levanta de la cama y corre hacia el baño. No pude evitar reírme. —Tan linda... —murmuré.
Aparté las sábanas y me levanté de la cama mientras entraba al baño. Me reí al verla cepillándose los dientes y salí para pone