39. CONTINUACIÓN
Por su parte, Sofía estaba incómoda con tanta atención. Para ella el señor López era solo su jefe..., o eso se obligaba a creer. Pero esa noche lo veía con otros ojos. El modo en que la cuidaba, que la protegía de todos los que se acercaban mirándola con lascivia. Su posesividad llegó a gustarle, nunca protestó al escucharlo decir que era suya, ¿lo era? Se preguntaba en lo que reía como una tonta de los chistes que él le hacía para que se relajara. Quizás estaba conociendo una faceta de él que desconocía.
—No temas Sofía, me tienes a mí —le susurraba él cada vez que la veía esconderse casi detrás de él— nadie se atreverá a hacerte nada. Eres mía —y se le quedaba mirando como si esperaba que ella le confirmara eso.
—Estoy aterrada señor, debió advertirme a qué tipo de fiesta me traía —contestó intentando que le dejaran de temblar las manos.
—Acostúmbrate, a partir de hoy no volveré a salir con otra mujer que no seas tú. Te llevaré a comprar ropa y joyas —dijo en un tono que solo el