299. ATAQUE A LA REINA
Uno tras otro, como si una señal invisible les hubiera sido dada, varios cortesanos comenzaron a asentir discretamente. Eran movimientos sutiles, cabezadas apenas perceptibles, pero decían mucho. Era un lenguaje oculto de poder y traición que hablaba de un apoyo que trascendía el mero respeto a la nobleza.
El rey frunció el ceño, percibiendo la corriente subterránea que fluía entre los presentes. La reina apretó ligeramente su labio, un gesto casi imperceptible que revelaba su consciencia de la delicada situación.
Lady Sabina sintió una oleada de triunfo mezclado con el veneno del miedo. Sabía que estaba jugando su última carta, que si la conspiración fallaba, caería en desgracia total y sin retorno. Pero también sabía que si tenía éxito, su poder sería inigualable.
Ante la mirada de auxilio de su padre, César levantó su mano, la atmósfera del salón cambió por completo. Era como si el aire mismo se hubiera cargado de anticipación. De repente, los teléfonos de todos los presente