28. ¡JAVIER NO ESTÁ!
Los documentos que el Sr. López tenía meticulosamente organizados sobre su escritorio fueron el primer blanco, empapándose en el café y arruinando las palabras impresas en ellos. Pero no se detuvo allí. El café continuó su camino destructivo, salpicando la ropa del Sr. López, manchando la tela con gotas oscuras.
El caos se había desatado en segundos, pero para Sofía, parecía una eternidad. Cada detalle se grabó en su mente mientras observaba el desastre que había causado, una tormenta perfecta creada por su nerviosismo y miedo.
—¡Detente Sofía por el amor de Dios! —gritó exasperado el Sr. López. Su paciencia había llegado al límite. —¿Qué diablos te pasa hoy?
—Lo siento mucho, señor. No sé qué me pasa hoy —dijo Sofía, su voz temblaba y el miedo era evidente en sus ojos. Los gritos de su jefe resonaban en su cabeza y temía que Javier se despertara y comenzara a llorar. —Lo siento de veras, es que no me siento bien. No volverá a suceder, disculpe, disculpe usted. Permítame que lo l