172. EL GRAN SECRETO DE ELVIRA
La confesión de Elvira dejó un silencio pesado en la habitación. César estaba sin palabras, luchando por procesar las palabras de su madre, mientras Elvira se enfrentaba a la culpa y el dolor que había llevado en silencio durante tantos años.
—Y ahora, esto me está matando —continuó Elvira, su voz apenas un susurro—. Había algo que me permitió sobrevivir a su lado, mantener el matrimonio que tuvimos durante tantos años y no dejarlo a pesar de lo que tu abuelo me hizo. Y ese algo eras tú, César.
Elvira miró a su hijo, sus ojos llenos de amor y dolor mezclados. Las lágrimas sin dejar de rodar de sus hermosos ojos que no dejaban de verlo suplicantes.
—Tú eras el regalo que hizo que fuéramos felices a nuestra manera. Estaba tan agradecida al cielo por haberte tenido, por haberme embarazado de Javier. A pesar de no amarlo de la misma manera, logré darle un hijo, y eso nos unió de una forma especial —contaba Elvira con las lágrimas rodando por sus mejillas.
Las lágrimas rodaron aún más