145. CONTINUACIÓN
Y sin más, se alejó, desapareciendo en la niebla espesa que envolvía el camino. Caminaba con paso decidido, guiada por una urgencia que le dictaba su corazón. Si era él, necesitaba verlo, aunque fuera una última vez, pedirle perdón, confirmar que su corazón no le jugaba una mala pasada.
Al llegar al cementerio, lo vio. ¡Era él! ¡Estaba vivo! La realidad golpeó a Elvira como un rayo, llenándola de un torbellino de emociones. Sin pensar, sin darse cuenta de lo que hacía, corrió con todas sus fuerzas hacia la figura solitaria.
Él pareció percibir su presencia al último momento, girándose justo a tiempo para recibirla en sus brazos mientras ella se lanzaba hacia él, sollozando con una mezcla de alivio y desesperación.
Él la retuvo con fuerza, sus brazos alrededor de ella como si temiera que pudiera desvanecerse en cualquier momento. El rostro de Elvira estaba húmedo, las lágrimas empapaban su rostro y su voz temblaba con una mezcla de alivio y reproche.
—¡Estás vivo, estás vivo! —mu