141. CONTINUACIÓN
César se quedó sin palabras, su rostro pálido. Las palabras de Sofía eran como un golpe directo a su corazón. No podía creer lo que estaba escuchando.
—¿Mi…, mi abuelo? ¿Por qué haría algo así? —preguntó con incredulidad.
César parecía perdido, su mirada llena de dolor y confusión. Recordando ahora las cosas que dijera su madre en el cementerio a su abuelo. ¿Sería verdad? ¿Su abuelo había sido tan cruel de mandar a hacer algo como aquello a su pobre madre?
Sofía le apretó la mano, intentando transmitirle su apoyo. No tenía todas las respuestas, pero estaba decidida a ayudarlo a descubrir la verdad.
—No lo sé, César —dijo finalmente—. Pero juntos podemos descubrirlo. No estás solo en esto.
César asintió, su mirada llena de determinación. Sabía que tenía que descubrir la verdad, por su propio bienestar emocional y el de toda la familia.
—¿Y entonces quién crees que sea ese señor de la foto? Por qué lo viste en Santa Mónica y dices que mamá lo tiene en su álbum —preguntó César